El fin del mundo
Upton Sinclair
Hoja de Lata Editorial, S. L.
Gijón, 2014
Título
original: World's End
Traducido del inglés por Pablo
González-Nuevo
736 páginas
PVP con IVA: 28,90 €
EAN: 9788494280535
El fin del mundo es la primera entrega de la serie de Lanny
Budd, con la que Sinclair ganaría el Premio Pulitzer en 1942. Lanny Budd es el
hijo ilegítimo de un fabricante de armas y una vedette estadounidenses. Para
marcas las distancias con su familia oficial, el señor Budd mantiene a Lanny en
Europa, estudiando en un internado suizo, donde el joven se relaciona con los
vástagos de las élites europeas. En esta entrega inicial de la serie nos
encontramos en los años previos al estallido de la primera guerra mundial:
franceses, alemanes, rusos, ingleses y estadounidenses velan armas ante el
inminente inicio de las hostilidades.
Upton Sinclair (Baltimore, 1878 – Bound Brook, 1968) fue un
novelista, dramaturgo y ensayista estadounidense de éxito cuya extensa obra
estuvo siempre marcada por sus profundas convicciones socialistas y por su
voluntad de denuncia del sistema capitalista.
Novelas como La jungla (1906), en la que destapaba las condiciones de trabajo
inhumanas de la industria cárnica en EE UU, El
rey carbón (1917), sobre las compañías carboneras, o ¡Petróleo! (1927), inspirada en un escándalo petrolero destapado en
Wyoming, le consagraron como uno de los grandes escritores de literatura social
de su tiempo. En 1940 publicó El fin del
mundo, primera entrega de la apasionante saga de Lanny Budd que, a lo largo
de sus once libros, recorre la historia de la primera mitad del siglo XX y con
cuyo tercer volumen, Los dientes del
dragón (1942), le sería concedido el Premio Pulitzer. Otras de sus obras
destacadas son El gnomóvil (1936), No pasarán (1937) y The Autobiography of
Upton Sinclair (1961).
Arthur Conan Doyle: «Upton
Sinclair es para mí uno de los más grandes novelistas del mundo; el Zola de
Norteamérica.»
George Bernard Shaw: «Cuando
me preguntan qué hechos ocurrieron durante la época que me tocó vivir, no les
remito a los archivos periodísticos ni a las grandes autoridades, sino a las
novelas de Upton Sinclair.»
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