Guernica. Una nueva historia
Las claves que nunca se han contado
Roberto Muñoz Bolaños
Espasa Libros S.L.U.
Barcelona (España)
301 pp.
19,90 €
ISBN: 978-84-670-4926-8
Durante décadas el bombardeo
sufrido en Guernica ha generado multitud de controversias entre historiadores.
El 26 de abril de 1937, aviones
alemanes e italianos bombardearon la villa de Guernica hasta provocar su
completa destrucción. Desde el primer momento, esta acción militar se convirtió
en un mito de la lucha contra el fascismo y en una condena permanente del
régimen del general Franco, simbolizada por el famosísimo óleo que Picasso
pintó para la Exposición Universal de París. Ochenta años después, la situación
no ha variado y la gran pregunta que gira en torno a esta operación aérea
todavía no ha recibido respuesta: ¿por qué fue bombardeada Guernica?
Para responder a esta cuestión se
plantean otras muchas de enorme importancia: ¿cuál era el verdadero objetivo
del bombardeo?; ¿existía una justificación militar o fue solo un experimento
táctico?; ¿actuó de forma autónoma la Legión Cóndor?, y si fue así, ¿por qué?;
¿supo Franco con antelación que se iba a producir el bombardeo y la intensidad
que tendría, o se enteró con posterioridad?; ¿existió una conexión de la acción
militar con las tensiones políticas entre los generales Mola y Franco en la
zona sublevada?; ¿fue el fracaso de las negociaciones entre los sublevados y la
dirección del Partido Nacionalista Vasco una de las causas del bombardeo?; ¿por
qué los sublevados trataron de ocultar su responsabilidad en los hechos?
De lo que no hay duda es de que
estamos ante uno de los acontecimientos de la Guerra Civil española que más
controversia ha provocado entre los historiadores y en la opinión pública.
Analizar y comprender lo sucedido, sus orígenes y sus consecuencias, sigue
siendo una tarea prioritaria para valorar nuestro pasado reciente en su justa
medida.
Roberto Muñoz Bolaños es doctor en Historia Contemporánea por la
Universidad Autónoma de Madrid, profesor de la Universidad Camilo José Cela, de
la Francisco de Vitoria y del Instituto General Gutiérrez Mellado de la UNED.
Es uno de los mayores especialistas españoles en historia militar.
Leer primer capítulo
https://www.youtube.com/watch?v=N4HDhQop29Q
http://www.larazon.es/cultura/guernica-27-toneladas-de-bombas-en-tres-horas-FH14640674
https://www.clublibertaddigital.com/ideas/historia-espana/2017-04-14/jesus-lainz-el-timo-de-guernica-81934/
http://www.larazon.es/cultura/guernica-27-toneladas-de-bombas-en-tres-horas-FH14640674
https://www.clublibertaddigital.com/ideas/historia-espana/2017-04-14/jesus-lainz-el-timo-de-guernica-81934/
El otro Guernica:
Oviedo
Hace ochenta años, el 26 de abril
de 1937, los aviones de la Legión Cóndor
integrada en el Ejército insurgente bombardearon la población de
Guernica en una acción brutal de tres horas y cuarto, con un balance de
destrucción casi total de la villa vasca y ciento y pico muertos, camino de las
dos centenas. El cartel encargado por la República del Frente Popular a Pablo
Picasso en enero de 1937 para la Feria de París de aquel año, fue reformulado
entonces para publicitar y rememorar ese bestial suceso, y ha pasado a ser
considerado por algunos “entendidos” como una de las mejores obras de arte de
la Historia. Inclusive, hecho y cuadro ya han pasado del propio relato histórico
a la categoría de mito e icono, con la carga de subjetividad que ello conlleva
siempre.
En Oviedo -ciudad que ya había sido arrasada por el
golpe revolucionario de octubre de 1934-
tras tres meses de sistemáticos e indiscriminados bombardeos aéreos y de
artillería desde el 19 de julio de 1936 hasta el 17 de octubre de ese mismo año
(con el ex alcalde Lorenzo López Mulero como espectador de
lujo),
y posteriormente en febrero de 1937 (teniendo como uno de los objetivos el
Hospital Provincial), se contabilizaron más de dos millares de muertos -por efecto directo o derivado- y buena
parte de la ciudad fue nuevamente destruida. La ofensiva republicana de noviembre-diciembre de 1936 fue también cruenta. Lo cierto es que, tras el rompimiento del
cerco y el castigo militar de febrero, se siguió bombardeando la capital
asturiana hasta el final de Frente Norte el 21 de octubre de 1937, sumando así
más muertos y más destrucción de la trama urbana.
Una de las peores jornadas fue la
del 10 de septiembre de 1936. Ese día,
la aviación frentepopulista arrojó más
de 500 bombas, y también líquidos inflamables; los disparos de cañón superaron
los 200. La población pasó la jornada recluida en los sótanos de los edificios,
pero una bomba caída en uno de ellos -en
la casa de “El Chorín”, entre las calles Caveda y Foncalada- causó casi un
centenar de muertos quedando los cadáveres irreconocibles. La cifra exacta nunca
se sabrá, ya que aparecieron montones de restos humanos sin saberse a que
cuerpo pertenecían
Pues bien, existen varios cuadros
de artistas asturianos que fueron testigos de tales hechos que expresan la barbarie de aquellas jornadas,
pero hay uno -fechado en 1942- del
extraordinario pintor Joaquín Vaquero Palacios (1900-1998) que refleja
excepcionalmente los devastadores efectos de aquellos bombardeos prolongados durante
quince meses y que duerme el sueño de la
indiferencia al fondo de una pared del primer piso de la zona nueva del Museo de Bellas Artes de Asturias (Oviedo). Se trata de un óleo sobre lienzo de 161 x 200,5 cm., depósito del Ayuntamiento de Oviedo y mal titulado "Oviedo, 1942".
A lo largo de estos años, ninguno
de los contendientes -o sus herederos en
el tiempo- que arrasaron por tres veces la ciudad de Oviedo han pedido ni la
más mínima “disculpa” por hechos tan criminosos. No es de extrañar, pues, que el
citado cuadro no ocupe ninguna “zona noble” o destacada de dicho Museo, ni se ha
pensado en su reintegración al Ayuntamiento de
Oviedo -el propietario- para que figure en lugar destacado de la “zona noble” del magnífico teatro Campoamor, donde por cierto “luce”
(desde el 28 de abril 2017) de forma permanente un cuadro de un artista de
segunda fila (su obra fue fundamentalmente de carácter efímero), versión pop-art del cuadro-mural de Picasso
titulado “Guernica de consumo”. Con gran solemnidad explicaron desde el
Ayuntamiento “que se quiere acabar con el aire burgués del teatro”. Indudablemente para la izquierda de salón -nunca
mejor dicho- el “Guernica ovetense” no es el de Vaquero Palacios, es el de
German Madroñero. Según un sesudo conocedor del asunto, el citado artista había
pretendido “quitarle aburrimiento a la pintura, acabar con el gris del
franquismo” (sic), y sobre el cuadro manifestó que el artista "no tuvo
complejo en apropiarse del Guernica, un icono del siglo XX, y transformar un
bombardeo en un lluvia de piedras preciosas" (sic).
Desde siempre la banalización y el
enmascaramiento formaron parte de las artes escénicas, del puro teatro. Lo que
sucede en este caso, lamentablemente, es que sobre Oviedo también cayeron bombas, bombas
de verdad, de las que matan inocentes.
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