9 de marzo de 2017

Guernica. Una nueva historia


Guernica. Una nueva historia
Las claves que nunca se han contado
 
Roberto Muñoz Bolaños
 
Espasa Libros S.L.U.
Barcelona (España)
301 pp.
19,90 €
ISBN: 978-84-670-4926-8

Durante décadas el bombardeo sufrido en Guernica ha generado multitud de controversias entre historiadores.

El 26 de abril de 1937, aviones alemanes e italianos bombardearon la villa de Guernica hasta provocar su completa destrucción. Desde el primer momento, esta acción militar se convirtió en un mito de la lucha contra el fascismo y en una condena permanente del régimen del general Franco, simbolizada por el famosísimo óleo que Picasso pintó para la Exposición Universal de París. Ochenta años después, la situación no ha variado y la gran pregunta que gira en torno a esta operación aérea todavía no ha recibido respuesta: ¿por qué fue bombardeada Guernica?

Para responder a esta cuestión se plantean otras muchas de enorme importancia: ¿cuál era el verdadero objetivo del bombardeo?; ¿existía una justificación militar o fue solo un experimento táctico?; ¿actuó de forma autónoma la Legión Cóndor?, y si fue así, ¿por qué?; ¿supo Franco con antelación que se iba a producir el bombardeo y la intensidad que tendría, o se enteró con posterioridad?; ¿existió una conexión de la acción militar con las tensiones políticas entre los generales Mola y Franco en la zona sublevada?; ¿fue el fracaso de las negociaciones entre los sublevados y la dirección del Partido Nacionalista Vasco una de las causas del bombardeo?; ¿por qué los sublevados trataron de ocultar su responsabilidad en los hechos?

De lo que no hay duda es de que estamos ante uno de los acontecimientos de la Guerra Civil española que más controversia ha provocado entre los historiadores y en la opinión pública. Analizar y comprender lo sucedido, sus orígenes y sus consecuencias, sigue siendo una tarea prioritaria para valorar nuestro pasado reciente en su justa medida.

Roberto Muñoz Bolaños es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid, profesor de la Universidad Camilo José Cela, de la Francisco de Vitoria y del Instituto General Gutiérrez Mellado de la UNED. Es uno de los mayores especialistas españoles en historia militar.



















El otro Guernica: Oviedo

Hace ochenta años, el 26 de abril de 1937, los aviones de la Legión Cóndor  integrada en el Ejército insurgente bombardearon la población de Guernica en una acción brutal de tres horas y cuarto, con un balance de destrucción casi total de la villa vasca y ciento y pico muertos, camino de las dos centenas. El cartel encargado por la República del Frente Popular a Pablo Picasso en enero de 1937 para la Feria de París de aquel año, fue reformulado entonces para publicitar y rememorar ese bestial suceso, y ha pasado a ser considerado por algunos “entendidos” como una de las mejores obras de arte de la Historia. Inclusive, hecho y cuadro ya han pasado del propio relato histórico a la categoría de mito e icono, con la carga de subjetividad que ello conlleva siempre.
 
En Oviedo  -ciudad que ya había sido arrasada por el golpe revolucionario de octubre de 1934-  tras tres meses de sistemáticos e indiscriminados bombardeos aéreos y de artillería desde el 19 de julio de 1936 hasta el 17 de octubre de ese mismo año (con el ex alcalde Lorenzo López Mulero como espectador de lujo), y posteriormente en febrero de 1937 (teniendo como uno de los objetivos el Hospital Provincial), se contabilizaron más de dos millares de muertos -por efecto directo o derivado- y buena parte de la ciudad fue nuevamente destruida. La ofensiva republicana de noviembre-diciembre de 1936 fue también cruenta. Lo cierto es que, tras el rompimiento del cerco y el castigo militar de febrero, se siguió bombardeando la capital asturiana hasta el final de Frente Norte el 21 de octubre de 1937, sumando así más muertos y más destrucción de la trama urbana.
 
Una de las peores jornadas fue la del  10 de septiembre de 1936. Ese día, la aviación frentepopulista arrojó más de 500 bombas, y también líquidos inflamables; los disparos de cañón superaron los 200. La población pasó la jornada recluida en los sótanos de los edificios, pero una bomba caída en uno de ellos  -en la casa de “El Chorín”, entre las calles Caveda y Foncalada- causó casi un centenar de muertos quedando los cadáveres irreconocibles. La cifra exacta nunca se sabrá, ya que aparecieron montones de restos humanos sin saberse a que cuerpo pertenecían

Pues bien, existen varios cuadros de artistas asturianos que fueron testigos de tales hechos que expresan la barbarie de aquellas jornadas, pero hay uno  -fechado en 1942- del extraordinario pintor Joaquín Vaquero Palacios (1900-1998) que refleja excepcionalmente los devastadores efectos de aquellos bombardeos prolongados durante quince  meses y que duerme el sueño de la indiferencia al fondo de una pared del primer piso de la zona nueva del Museo de Bellas Artes de Asturias (Oviedo). Se trata de un óleo sobre lienzo de 161 x 200,5 cm., depósito del Ayuntamiento de Oviedo y mal titulado "Oviedo, 1942".
 
A lo largo de estos años, ninguno de los contendientes  -o sus herederos en el tiempo- que arrasaron por tres veces la ciudad de Oviedo han pedido ni la más mínima “disculpa” por hechos tan criminosos. No es de extrañar, pues, que el citado cuadro no ocupe ninguna “zona  noble” o destacada de dicho Museo, ni se ha pensado en su reintegración al Ayuntamiento de Oviedo -el propietario- para que figure en lugar destacado de la “zona noble” del magnífico teatro Campoamor, donde por cierto “luce” (desde el 28 de abril 2017) de forma permanente un cuadro de un artista de segunda fila (su obra fue fundamentalmente de carácter efímero), versión pop-art del cuadro-mural de Picasso titulado “Guernica de consumo”. Con gran solemnidad explicaron desde el Ayuntamiento “que se quiere acabar con el aire burgués del teatro”.  Indudablemente para la izquierda de salón -nunca mejor dicho- el “Guernica ovetense” no es el de Vaquero Palacios, es el de German Madroñero. Según un sesudo conocedor del asunto, el citado artista había pretendido “quitarle aburrimiento a la pintura, acabar con el gris del franquismo” (sic), y sobre el cuadro manifestó que el artista "no tuvo complejo en apropiarse del Guernica, un icono del siglo XX, y transformar un bombardeo en un lluvia de piedras preciosas" (sic).
 
Desde siempre la banalización y el enmascaramiento formaron parte de las artes escénicas, del puro teatro. Lo que sucede en este caso, lamentablemente, es que sobre Oviedo también cayeron bombas, bombas de verdad, de las que matan inocentes.
 
 





 
 

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