Viaje al centro de la mente
Escritos literarios y científicos
Jules Verne
Traducción y notas de Mauro
Armiño
Editorial
Páginas de Espuma S. L.
Voces/
Literatura • 256
Madrid,
2018
368
pp
25
euros
ISBN
978‐84‐8393‐235‐3
Viajero infatigable, escritor
prolífico y uno de los autores más leídos durante los dos últimos siglos, las
generaciones que han crecido junto a Jules Verne son cómplices de sus
visiones e inquietudes. Viaje al centro de la mente reúne –en una cuidada edición
de Mauro Armiño– ensayos científicos, estudios literarios, como el dedicado a
Edgar Allan Poe, y artículos históricos, como el que se ocupa del motín del
Bounty, además de conferencias, discursos y entrevistas. Todo un conjunto que
explica el legado que dejó a la posteridad.
Pocos creadores han logrado, como
hizo Verne, aunar el conocimiento científico con la aventura y el misterio en
una obra literaria que se anticipó al desarrollismo del siglo xix y a los
inventos que llegarían con el xx. El submarino, el viaje a la Luna, el
helicóptero, incluso la televisión, son algunas de las invenciones que
profetizó en un mundo único e imprescindible al que ahora podemos viajar.
Una gran sorpresa y un descubrimiento maravilloso (como su literatura):
los ensayos literarios y científicos, las conferencias y artículos de uno de
los autores más leídos y admirados.
Jules
Verne (1828-1905)
Jules Gabriel Verne nació en la
ciudad de Nantes en 1828. La casa de sus padres, como él recordaría más tarde,
se situaba frente al enorme puerto del río Loira, que se abría al Atlántico y
permitía la entrada de barcos de gran calado. Allí veía entrar y salir a
marineros, aventureros y comerciantes de distintas partes del mundo. Como llegó
a reconocer en una ocasión «La necesidad de navegar me devoraba. Ya conocía los
términos de marina, y comprendía lo suficiente las maniobras para seguirlas en
las novelas marítimas de Fenimore Cooper». Pero en 1848 es enviado a París por
mandato paterno para estudiar Derecho. Allí se aficiona al teatro y entra en
contacto con salones literarios. Uno de sus primeros escritos es una obra de
tratro, Las pajas rotas, escrita en 1850 junto a Alexandre Dumas hijo,
de quien fue el resto de su vida íntimo amigo. Mientras tanto, trabaja como
secretario de Théâtre‐Lyrique y en la Bolsa de París. En la década de 1860
entra en contacto con el editor Pierre‐Jules Hetzel, pareja de baile con la que
publicará el resto de casi toda su obra. Desde su primera novela de aventuras Cinco
semanas en globo, que ve la luz en 1863, cosecha un enorme éxito literario.
Hetzel le ayuda a estructurar el nuevo género narrativo que Verne será un experto
en explotar: novela de aventuras, misterio, conocimiento científico y carismáticos
protagonistas. Al año siguiente, en 1864, Hetzel crea una revista literaria, el
Magasin d’Éducation et de Récréation, donde Verne y otros autores
irán publicando cada seis meses extractos de sus libros que luego se verían
publicados en forma de tomo.
Presagiando la fama que Verne
acabaría consiguiendo, Hetzel firma con él un contrato por el que el autor se
compromete a escribir 3 novelas por año a cambio de 3000 francos por volumen
(posteriormente se reducen a 2 novelas anuales y aumento de los honorarios).
Esta nueva situación permite a Verne dedicarse por completo a la escritura,
estableciéndose definitivamente en 1869 en Amiens, la ciudad de su esposa, convirtiéndose
en un personaje mundialmente conocido.
Viaje al centro de la mente
Viajero infatigable, escritor
prolífico y uno de los autores más leídos durante los dos últimos siglos, las
generaciones que han crecido junto a Jules Verne son cómplices de sus visiones
e inquietudes. Viaje al centro de la mente reúne –en una cuidada edición
de Mauro Armiño– ensayos científicos, estudios literarios, como el dedicado a Edgar
Allan Poe, y artículos históricos, como el que se ocupa del motín del Bounty, además
de conferencias, discursos y entrevistas. Pocos creadores han logrado, como
hizo Verne, aunar el conocimiento científico con la aventura y el misterio en
una obra literaria que se anticipó al desarrollismo del siglo XIX y a los
inventos que llegarían con el XX. El submarino, el viaje a la Luna, el
helicóptero, incluso la televisión, son algunas de las invenciones que profetizó
en un mundo único e imprescindible al que ahora podemos viajar.
A
modo de fragmentos
Sobre Edgar Allan Poe
"He aquí, mis queridos
lectores, un novelista americano de gran reputación; ustedes conocen su nombre,
mucho sin duda, pero poco sus obras. Permítanme, pues, hablarles del hombre y
de su obra; los dos ocupan un lugar importante en la historia de la
imaginación, pues Poe ha creado un género aparte, que solo procede de él mismo
y cuyo secreto parece haberse llevado, en mi opinión; se le puede llamar jefe de
la Escuela de lo extraño; ha hecho retroceder los límites de lo imposible;
tendrá imitadores. Estos tratarán de ir más allá, de exagerar su manera; pero
más de uno que crea superarlo, no lo igualará siquiera".
Sobre su primera novela
"Me pregunta usted a qué
edad escribí mi primera novela… Fue en 1862, y tenía yo treinta y cuatro años
en esa época. ¿Cuál fue esa primera novela?… Cinco semanas en globo.
¿Por qué elegí por teatro esa África desconocida?… Porque la portentosa África
de los romanos siempre me ha atraído, y, ya que no podía realizar en persona
ese maravilloso viaje, envié en mi lugar a unos héroes imaginarios, el doctor Fergusson,
su fiel Kennedy y su servicial Joë. Si elegí la vía del aire en lugar de la vía
de tierra es que ese me parecía, y sigue pareciéndome, el verdadero medio de atravesar
África. Y, además, debo confesárselo, ese género de locomoción me proporcionaba
efectos nuevos, aventuras nuevas. ¿Qué quiere usted? Cuando uno es novelista…
Empecé por África, ¿en qué continente terminaré? Si Dios me presta todavía algunos
años, tal vez pueda acabar la obra que habrá sido la de toda mi vida: la Tierra
entera, el universo mismo, descrito en forma de novela".
Sobre sus primeros pasos en la
literatura
"No recuerdo la época en que
esperaba convertirme en un autor célebre, y pronto verá usted que muchas cosas
conspiraban contra eso. Soy, como usted sabe, bretón de origen, por haber
nacido en Nantes. Pero mi padre era parisino de educación y de gusto, enamorado
de la literatura, poeta en sus ratos libres, aunque su modestia le impedía
publicar sus versos. Por eso, sin duda, empecé mi carrera escribiendo versos.
Como en muchos de mis contemporáneos, esos versos adoptaron la forma de una
tragedia en cinco actos.
Mi verdadera primera obra de
teatro fue una pequeña comedia escrita en colaboración con Alexandre Dumas
hijo, que era y sigue siendo uno de mis mejores amigos. Nuestra comedia se
titulaba Las pajas rotas y fue representada en París, en el Gymnase.
Siempre he sentido mucho gusto por la escena y por todo lo que tiene relación
con el arte teatral. Una de las mayores alegrías de mi vida de escritor me la aportó
el éxito que han obtenido en los escenarios varias novelas mías, en particular Miguel
Strogoff".
Sobre sus "anticipaciones
científicas"
"Es una simple coincidencia,
y sin duda se debe al hecho de que, cuando yo inventaba de principio a fin una
'anticipación' científica, me esforzaba por hacerla todo lo sencilla y
verosímil que era posible.
En cuanto a la exactitud de mis
descripciones, se debe a un hecho: desde hace mucho tiempo, mucho antes de
escribir novelas, tenía la costumbre de recoger numerosas notas de los libros,
los periódicos y las revistas científicas de todo tipo. Esas notas,
clasificadas por orden de materia, me han proporcionado un arsenal de un valor incalculable
para mí.
Después, me suscribí a una
veintena de periódicos. Soy un lector muy asiduo de publicaciones científicas,
y, naturalmente, estoy al corriente de todos los descubrimientos o invenciones
que se producen en todos los campos de la ciencia, astronomía, fisiología,
meteorología, física o química".
Sobre la 'cocina' literaria de
Jules Verne
"Voy a iniciarle en los
secretos de mi cocina literaria, aunque no recomendaría a nadie que proceda de
esta forma, porque siempre he pensado que cada uno de nosotros tiene su método
particular de trabajo y que, instintivamente, siempre se elige el mejor.
Siempre empiezo por hacer un plan de mi nueva novela. No empiezo nunca un libro
sin saber cuál será el principio, el medio y el final. Por otra parte, siempre
he sido lo bastante afortunado para contar no con un esquema, sino con una
media docena de esquemas flotando en mi cabeza. Si siento que eso resulta demasiado
duro, soy de la opinión de abandonar el trabajo y dejar la continuación para
más tarde. Tras haber completado el plan primitivo, ataco el plan de los
capítulos y escribo la redacción real a lápiz, solo en la mitad de la página, reservando
la otra mitad para los añadidos y las correcciones. Releo todo, y todo lo que
está hecho vuelvo a copiarlo a tinta.
Considero que mi verdadera labor
empieza con la primera corrección de pruebas, pues no atiendo solo a la
elegancia de la frase, sino que a veces rehago capítulos enteros. No tomo
realmente contacto con mi tema hasta que no lo veo impreso.
Por suerte, mi excelente editor
me deja manga ancha para las correcciones, y a menudo he tenido hasta ocho o
nueve pruebas. Envidio, sin tratar de imitarla, la facultad de los autores que
pueden escribir desde el capítulo primero hasta la palabra Fin sin tener
necesidad de añadir o eliminar una sola palabra".
El día a día de Jules Verne
"El señor Verne se alimenta
de huevos y verduras, todo como si fuera vegetariano. La señora Verne tiene un
apetito de pájaro. Y mientras que, por cortesía y también por glotonería, me
apresuro a paladear las cosas exquisitas que han sido preparadas solo para mí,
mis anfitriones me hablan del presente y del pasado, de la municipalidad amienense y de los recuerdos ya lejanos
de París. El señor Jules Verne ha sido elegido consejero municipal: es un edil
muy apasionado que nunca ha faltado a las sesiones. La señora Verne reparte su
tiempo entre los deberes de la caridad y los placeres del teatro; tiene un
palco que rara vez deja sin ocupar, y saborea los abundantes espectáculos que
el empresario reserva a sus abonados y que se componen por lo menos de doce a
quince actos variados: La torre de Nesle, Bebé, La Mascota. A la
mañana siguiente, a las cinco, el señor Jules Verne vuelve a sentarse ante su
mesa de trabajo. Su existencia transcurre sin problemas, sin fiebre, entre esos
entretenimientos y esos trabajos. Pronto hará medio siglo que esa quietud
perdura. Y esperan que ningún accidente venga a turbarla. Dos horas apenas
separan Amiens de París, y no sienten el deseo de hacer ese trayecto para
contemplar la cúpula de la torre Eiffel".
Su opinión de H. G. Wells
"Me han mandado sus libros y
los he leído. Es muy curioso, y añadiré, muy inglés. Pero no veo posibilidad de
comparar su obra y la mía. No procedemos de la misma manera. Me parece que sus
historias no se apoyan sobre bases muy científicas. No, no hay ninguna relación
entre su obra y la mía. Yo utilizo la física. Él la inventa. Yo voy a la Luna
en una bala de cañón lanzada por un cañón. Eso no es una invención. Él va a
Marte en una aeronave que construye con un metal que suprime la ley de la
gravedad. Eso es muy bonito, pero muéstreme ese metal. ¡Que nos lo muestre!".
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