Iglesias de Oviedo y León
Fernández
Conde, Francisco Javier (coord.)
Biblioteca de Autores
Cristianos
Madrid, 2016
Colección: Historia de
las diócesis españolas, nº 17
788 pp.
49,04 €
ISBN: 978-84-220-1860-5
[100 artículos]
Edición
coordinada por Francisco Javier Fernández Conde
Colaboradores: Miguel Dongil y Sánchez, Francisco Javier Fernández Conde, Fernando
Manzano Ledesma, Carlos Reglero de la Fuente, Jesús Jerónimo Rodríguez
González, Juan José Tuñón Escalada.
La historia de las diócesis de Oviedo y León fue
propuesta para formar un solo volumen desde el primer «Proyecto Flórez 2000»,
de la Historia de las diócesis españolas, y nunca se puso en duda esa
distribución. En realidad, las historias de las iglesias diocesanas de Oviedo y
León arrancan y marchan juntas desde su fundación y consolidación en el alto
Medioevo. Los orígenes de sus comunidades cristianas —más antiguos o mejor
documentados los de León—, las circunstancias que rodearon su fundación como
sedes diocesanas, la defensa y consolidación de sus condiciones de exentas
frente a las pretensiones jurisdiccionales de Toledo y Braga, y más tarde Santiago
de Compostela, están entretejidos por coyunturas e hitos históricos muy parecidos
y en ocasiones concomitantes. Y esta cercanía histórica, unida a la geográfica se mantuvo hasta las reformas de 1954, cuando León, con
Astorga y Cantabria- Santander fueron incluidas en la nueva metrópoli de
Oviedo.
Además, cuando los límites jurisdiccionales del episcopado
de San Salvador de Oviedo quedaron fijados casi definitivamente, después de las
disputas y ajustes llevados a cabo en plena Edad Media, una parte importante de
territorios que desbordaban la Cordillera Cantábrica (los Pirinneos Montes):
Laciana, Sena, Luna (arcedianato de Babia); la parte leonesa del
arcedianato de Gordón; y las llanuras de la meseta, al sur incluso de la misma
ciudad de León: Valencia de don Juan y Benavente (Arcedianato de Benavente),
dependieron de la mitra ovetense, y esta larga convivencia eclesiástica en
dichas latitudes propició y lleva todavía la impronta de lo asturiano en las
costumbres, la toponimia y la propia lengua. Por otra parte, las tierras geográficamente
leonesas, ricas en vocaciones de hombres y mujeres de Iglesia, enriquecieron notablemente
la nómina de la clerecía asturiana hasta que tuvo lugar el mencionado reajuste
de la segunda parte del siglo xx. En la actualidad viven todavía sacerdotes de
origen leonés que escogieron la diócesis de Oviedo en la mencionada división
administrativa.
Por otra parte, los seis autores responsables de la
redacción de este volumen, han sido escogidos más de acuerdo con sus
especialidades que por su origen. Su trayectoria de historiadores está jalonada
por una producción científica con vinculaciones indudables a los sujetos
históricos y a las épocas sobre las que escriben.
El responsable de esta coordinación, no siempre fácil por
circunstancias que no merece la pena mentar ahora, ha publicado numerosos
trabajos sobre historia medieval de la iglesia asturiana, enmarcados casi
siempre en un contexto mucho más amplio, que desborda los límites formales o
jurídicos de la propia diócesis. Para la época del Renacimiento y la Reforma,
en la que no es especialista, ha tenido que utilizar inexcusablemente los
espléndidos trabajos de investigación del profesor González Novalín, primer
coordinador de la presente obra: un menester, al que se vio obligado a
renunciar por sus compromisos con la Iglesia Española de Santiago y Monserrat
de Roma.
Juan José Tuñón Escalada, autor de la redacción de la
historia moderna de Oviedo, es el especialista adecuado para llevar a buen
término esta tarea por sus investigaciones y estudios monográficos, de manera
especial por el libro titulado: D. Agustín González Pisador, obispo
de Oviedo (1760-1791). Iglesia y sociedad en Asturias (Real Instituto de
Estudios Asturianos, Oviedo 2000). Esta monumental monografía, de más de 800
páginas, el resultado de su tesis doctoral de Historia eclesiástica de la Universidad
Gregoriana, le ha convertido en un «modernista» de indudable relevancia para
llevar a cabo la investigación y la síntesis de toda la historia moderna de la
diócesis asturiana.
Jesús Jerónimo Rodríguez González, que se ha ocupado de
pergeñar las dos últimas centurias de la sede episcopal de Oviedo, ha dedicado
toda su trayectoria investigadora a los análisis de problemas y hechos
históricos relacionados con la historia contemporánea de Asturias. Entre ellos
destaca, sin duda alguna su tesis doctoral publicada con el título: La
cultura sindical de Asturias. 1875-1917. Desde la perspectiva amplia y
compleja que le ofrece este trabajo, se ha ocupado también de estudiar otras
realidades de la iglesia asturiana que le han permitido adquirir un
conocimiento muy minucioso de toda su evolución histórica hasta los tiempos
presentes.
Carlos Reglero de la Fuente, en la actualidad catedrático
de Historia Medieval en la Universidad de Valladolid, es responsable de una
larga serie de artículos y de libros de investigación sobre historia medieval
de las regiones castellano-leonesas. En este elenco no faltan, naturalmente,
trabajos más específicos sobre historia de la Iglesia de esos ámbitos
histórico-geográficos, sin perder nunca de vista en ellos la contextualización
social de las correspondientes temáticas. Su libro sobre Cluny, publicado
recientemente —Cluny en España. Los prioratos de la provincia y sus
redes sociales (1073-ca. 1270) (Fuentes y estudios de historia
leonesa; León 2008), constituye un claro exponente de su dominio de las fuentes
y de una extraordinaria información sobre la historia medieval y la
eclesiástica en particular.
Fernando Manzano Ledesma, que se ocupa en este libro de
la historia moderna de la iglesia de León, es natural del «Antiguo Reino
leonés» y profesor en la Universidad de Oviedo. Su tesis doctoral versó
precisamente sobre Benavente (Benavente en la Edad Moderna).
Recientemente ha publicado una larga monografía sobre el Catastro de Ensenada
en la parte correspondiente a Asturias: Las respuestas generales del
Catastro de Ensenada en el Principado de Asturias (Oviedo 2010), que le ha
permitido familiarizarse con la historia social de los territorios concretos en
sus diferentes manifestaciones. De hecho, ha dirigido varios trabajos
académicos de alumnos universitarios relacionados con esta importante fuente
documental.
Finalmente, Miguel Dongil y Sánchez fue también profesor
de la Universidad de Oviedo, en asignaturas de las áreas de Historia Moderna y
Contemporánea. Tiene una titulación de la UNED sobre Historia y Filosofía de
las religiones. Alguno de sus trabajos se ocupa de temáticas de historia
contemporánea, pero se dedica de Introducción XVII forma preferente a
investigaciones de historia religiosa relacionada con la Modernidad —Historia
del Clero Regular asturiano (siglos XVI al XIX) (Oviedo 2012)—, mostrando
también un interés notable por la historia de la religiosidad popular
característica de las cofradías.
Una lectura atenta de este libro permite al lector
percatarse fácilmente de que en su contenido general están presentes diferentes
maneras de concebir la historia en general y la de la Iglesia en particular,
algo inevitable lógicamente en un trabajo misceláneo. La misma forma de los
discursos históricos de los apartados correspondientes a los diferentes autores
que intervinieron en ellos presenta, así mismo, variables notables. En unos el
estilo es más conciso y sintético. Otros prefieren un discurso más narrativo y,
en cierto modo, positivista Y en algunos apartados se puede percibir igualmente
una concepción de la misma historia de la Iglesia determinada, de alguna manera,
por conocidos modelos y sistemas ideológicos. Lo sabíamos desde el principio, pero
no creemos que estas diferencias teóricas o metodológicas constituyan un defecto
para todo el conjunto, sino todo contario, porque respetan la personalidad de
los propios autores y sitúan al destinatario de la obra en un panorama
histórico abierto.
Quizás se considere un defecto la gran desproporción
existente entre la historia de la diócesis de Oviedo y la de León a partir del
siglo xvi. La de aquella supera, con mucho, a la de la sede leonesa. Y ello no
supone, en modo alguno, que la primera sede episcopal haya sido más importante
que la segunda a lo largo de su dilatado pasado histórico. La riqueza de las
fuentes documentales de León para la Edad Media es impresionante, mucho mayor
que la del conjunto disponible para Asturias. La obra ingente del siempre
recordado Fernández Catón con sus «Fuentes y Estudios de Historia Leonesa» está
en la mente de todos. Las fuentes leonesas para la Modernidad y las centurias
más contemporáneas también son abundantes, pero no se puede negar que el número
de estudios monográficos sobre estos siglos postreros es mucho más escaso.
Seguramente que esto no sirva de excusa, pero, en cualquier caso, los tres
apartados dedicados a León —los de la H. Moderna y Contemporánea también—
servirán como marco de referencia obligada para las investigaciones de futuros
historiadores. Y lo mismo ocurrirá con la diócesis asturiana. Todos los historiadores
estamos y estarán condenados a esta provisionalidad. La historia de realidades
tan complejas como el mundo de la religiosidad y de las instituciones
religiosas nunquam finita est. Y otros tipos de historia también. En
última instancia, esta finitud, lejos de ser considerada como debilidad o
deficiencia de la historia como ciencia, es, sin duda, una de sus notas más
atractivas.
De la Introducción, por F. Javier Fernández Conde
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