14 de julio de 2017

El crimen de la calle Fuencarral


El crimen de la calle Fuencarral
Benito Pérez Galdós y Rosario de Acuña y Villanueva
 
Edición, introducción, epílogo y notas de Macrino Fernández Riera,
 
Ediciones 19, Madrid, 2017
156 pp.
P.V.P.: 9 Euros
ISBN: 978-84-16225-89-7

"En aquella vivienda del segundo izquierda del número 109 de la calle de Fuencarral sólo había dos mujeres, y una de ellas, Luciana, estaba muerta. Cuando la policía entró en la vivienda en la madrugada del día 2 de julio de 1888 halló tendida en la cocina a una mujer que se encontraba al lado de un perro que ni ladró, ni se movió. Preguntada por su nombre, dijo llamarse Higinia Balaguer, era la criada. Dijo ser natural de Ainzón, en la provincia de Zaragoza, añadiendo que contaba con veintisiete años de edad y que era soltera. No había  señales de que se hubiera forzado la puerta de entrada y, después del minucioso reconocimiento, efectuado bajo la supervisión del juez de guardia, nada indicaba que el móvil del crimen fuera el robo. Desde las primeras crónicas que se escribieron a vuela pluma, todo parecía señalar hacia la criada. Según La Época, tenía «una de esas fisonomías que a primera vista predisponen desfavorablemente (...): alta, delgada, quebrada de color, pelo negro, mirada errante y un lunar de pelo en la cara». No obstante, la prensa no tarda en hacerse eco de algunos comentarios que apuntan en otra dirección: José Varela, el hijo de doña Luciana, que frisaba los veinte y pocos años, y del que se decía que era un «bribón redomado», asiduo de los «círculos alegres»,  al que  le gustaba armar camorra y que frecuentaba los bajos fondos, donde era conocido como Valerita, El pollo Varela o  Marquesito. Además, estaba el asunto de aquella agresión a su madre ocurrida un par de años antes y que ahora recuerdan los periódicos. Pero José estaba en la cárcel. La investigación policial giró hacia el director de la cárcel, Millán Astray, al que acusaban considerables pruebas circunstanciales en connivencia con José. Así las cosas, el juicio  fue seguido con apasionamiento por la opinión pública y por los publicistas de la época (Pérez Galdós y Rosario Acuña, entre ellos). La posterior sentencia no terminó con la polémica, que ha continuado durante más de un siglo."

 
BENITO PÉREZ GALDÓS. Cuando la noticia del crimen de la calle de Fuencarral empieza a abrirse paso en las páginas de la prensa de toda España, tiene Galdós cuarenta y cinco años. Tras una ya larga trayectoria como articulista y con varias novelas publicadas, su nombre se sitúa por entonces entre los más prestigiosos de la literatura nacional. Puede decirse que ha alcanzado el lugar que ansiaba cuando a los diecinueve años se trasladó a Madrid desde su tierra canaria.

ROSARIO DE ACUÑA Y VILLANUEVA Debe su fama tanto a su condición de escritora y periodista como al hecho de ser la primera mujer en ocupar la tribuna del Ateneo madrileño, a su pública adhesión al “librepensamiento” y a su ingreso en la masonería. En el verano de 1888, momento del crimen, tiene treinta y siete años.

MACRINO FERNÁNDEZ RIERA Historiador y profesor. Especialista en la historia de finales del XIX. Ha publicado varios libros sobre Rosario de Acuña


https://rosariodeacu.blogspot.com.es/
http://criminalia.es/asesino/el-crimen-de-la-calle-fuencarral/
http://www.libertaddigital.com/opinion/fin-de-semana/el-crimen-de-la-calle-fuencarral-1276229893.html
https://politica.elpais.com/politica/2014/06/07/actualidad/1402167779_562043.html



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