El crimen de la calle Fuencarral
Benito Pérez Galdós y Rosario de Acuña y
Villanueva
Edición, introducción, epílogo y notas
de Macrino Fernández Riera,
Ediciones 19, Madrid, 2017
156 pp.
P.V.P.: 9 Euros
ISBN: 978-84-16225-89-7
"En aquella vivienda del segundo izquierda del número 109 de la calle de
Fuencarral sólo había dos mujeres, y una de ellas, Luciana, estaba muerta.
Cuando la policía entró en la vivienda en la madrugada del día 2 de julio de
1888 halló tendida en la cocina a una mujer que se encontraba al lado de un
perro que ni ladró, ni se movió. Preguntada por su nombre, dijo llamarse
Higinia Balaguer, era la criada. Dijo ser natural de Ainzón, en la provincia de
Zaragoza, añadiendo que contaba con veintisiete años de edad y que era soltera.
No había señales de que se hubiera forzado la puerta de entrada y,
después del minucioso reconocimiento, efectuado bajo la supervisión del juez de
guardia, nada indicaba que el móvil del crimen fuera el robo. Desde las
primeras crónicas que se escribieron a vuela pluma, todo parecía señalar hacia
la criada. Según La Época, tenía «una de esas fisonomías que a primera
vista predisponen desfavorablemente (...): alta, delgada, quebrada de color,
pelo negro, mirada errante y un lunar de pelo en la cara». No obstante, la
prensa no tarda en hacerse eco de algunos comentarios que apuntan en otra
dirección: José Varela, el hijo de doña Luciana, que frisaba los veinte y pocos
años, y del que se decía que era un «bribón redomado», asiduo de los «círculos
alegres», al que le gustaba armar camorra y que frecuentaba los
bajos fondos, donde era conocido como Valerita, El pollo Varela o
Marquesito. Además, estaba el asunto de aquella agresión a su madre
ocurrida un par de años antes y que ahora recuerdan los periódicos. Pero José
estaba en la cárcel. La investigación policial giró hacia el director de la
cárcel, Millán Astray, al que acusaban considerables pruebas circunstanciales en
connivencia con José. Así
las cosas, el juicio fue seguido con apasionamiento por la opinión
pública y por los publicistas de la época (Pérez Galdós y Rosario Acuña, entre
ellos). La posterior sentencia no terminó con la polémica, que ha continuado durante
más de un siglo."
BENITO PÉREZ GALDÓS. Cuando la noticia del crimen de la
calle de Fuencarral empieza a abrirse paso en las páginas de la prensa de toda
España, tiene Galdós cuarenta y cinco años. Tras una ya larga trayectoria como
articulista y con varias novelas publicadas, su nombre se sitúa por entonces
entre los más prestigiosos de la literatura nacional. Puede decirse que ha
alcanzado el lugar que ansiaba cuando a los diecinueve años se trasladó a
Madrid desde su tierra canaria.
ROSARIO DE ACUÑA Y VILLANUEVA Debe su fama
tanto a su condición de escritora y periodista como al hecho de ser la primera
mujer en ocupar la tribuna del Ateneo madrileño, a su pública adhesión al
“librepensamiento” y a su ingreso en la masonería. En el verano de 1888,
momento del crimen, tiene treinta y siete años.
MACRINO FERNÁNDEZ
RIERA Historiador y profesor. Especialista en la historia de
finales del XIX. Ha publicado varios libros sobre Rosario de Acuña
https://rosariodeacu.blogspot.com.es/
http://criminalia.es/asesino/el-crimen-de-la-calle-fuencarral/
http://www.libertaddigital.com/opinion/fin-de-semana/el-crimen-de-la-calle-fuencarral-1276229893.html
https://politica.elpais.com/politica/2014/06/07/actualidad/1402167779_562043.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario