4 de febrero de 2020

Historia verdadera de la quema de la Embajada española


Historia verdadera de la quema de la Embajada española
Adolfo Molina Sierra
Debate (Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. de C.V.)
Ciudad de México, noviembre 2019
Edición digital [ eBook], 240 pp.
7.99 €
ISBN: 978-607-31-8667-4

Lo sucedido en la Embajada de España no puede ser tomado como una coincidencia o casualidad. Por el contrario, todo se integra como parte de un plan, eso sí, mal ejecutado, que al salirse de control falló aparatosamente y causó una tragedia. Aun así se trató de sacar provecho de esta desgracia. Estos intentos mantuvieron el caso activo, pero no existió la voluntad política para investigarlo judicialmente hasta el 2014.
¿Qué sucedió en aquel fatídico día? ¿Ingresó la policía a la sede diplomática sin permiso? ¿Quiénes fueron los responsables de iniciar el fuego que provocó la muerte de 37 personas? ¿Cuál fue la responsabilidad del gobierno español y de su embajador en Guatemala, Máximo Cajal, en lo sucedido? ¿Utilizó el embajador Cajal a personas de la vida política y académica guatemalteca como señuelo?
A lo largo de 40 años, desde aquella lejana fecha del jueves 31 de enero de 1980, Adolfo Sierra Molina ha recopilado cuanta información se ha publicado relacionada con la ocupación y quema de la Embajada de España. Se convirtió también en una de las voces que desde el inicio expuso, a través de numerosos artículos y dando su testimonio una y otra vez, la versión de hechos de los que él fue testigo y que ha ido completando con las pruebas de personas que estuvieron presentes.
Su padre, Adolfo Molina Orantes, un destacado abogado, académico, humanista y exfuncionario, murió trágicamente junto a otras 36 personas, entre las que se encontraban Eduardo Cáceres Lehnhoff, funcionarios españoles, personal guatemalteco, así como los que tomaron la sede diplomática desde las primeras horas de la mañana. Uno de los invasores fue encontrado con vida por los bomberos cuando ingresaron al despacho del embajador Máximo Cajal López, quien, minutos antes, había salido caminando de la habitación en la que se habían atrincherado.
Adolfo Molina Sierra revela y analiza lo sucedido poniendo los puntos sobre las ies y señalando sin tapujos a los responsables en una historia que no es solo suya, sino también de Guatemala.
 
Gustavo Adolfo Molina Sierra. Guatemalteco. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, es abogado y notario desde 1984.

Se desempeñó como cónsul general ad honorem de la República de Filipinas entre 1981 y 2011; fue miembro del Cuerpo Consular de Guatemala en el mismo periodo y su presidente de 1987 a 1988. Formó parte, ad honorem, de la Comisión de Belice del Ministerio de Asuntos Exteriores y fue asesor de éste en 2004.
Además de su trabajo como profesional del derecho ha sido una pluma comprometida al escribir numerosos artículos en los que siempre ha querido, a lo largo de 40 años, reflejar la verdad de los acontecimientos que llevaron a la pérdida de su padre.
 

Adolfo Molina Sierra
Conversación con Iván Vélez
sobre “Historia verdadera de la quema de la Embajada española”

4 enero 2020

 
Guatemala, insurgencia y Teología de la Liberación - Adolfo Molina Sierra 1
Adolfo Molina Orantes y su trayectoria - Adolfo Molina Sierra 2
Quema de la Embajada de España en Guatemala en 1980 - Adolfo Molina Sierra 3
Máximo Cajal, diplomacia, socialdemocracia, Alianza de Civilizaciones - Adolfo Molina Sierra 4
Rigoberta Menchú y la construcción de su personaje - Adolfo Molina Sierra 5
Los acuerdos de paz de Guatemala - Adolfo Molina Sierra 6
Obama, Trump, Belice, China y la geopolítica centroamericana - Adolfo Molina Sierra


 
La Nueva España (Oviedo) publicó el día 14 de enero de 2020, como respuesta a la entrevista de la edición impresa del día 4 de enero, un escrito del embajador Yago Pico de Coaña: “L a verdad siempre prevalece. La impecable actuación del embajador Máximo Cajal en el asalto hace 34 años a la Embajada española en Guatemala y la probada implicación del Gobierno guatemalteco en aquellos hechos”, que mereció la siguiente aclaración de Adolfo Molina Sierra, impresa por La Nueva España el día 17 de enero de 2020:

Aclaración al señor Yago Pico de Coaña
Me veo ante la imperante necesidad, de responder a un artículo publicado el día 14 de enero pasado en este mismo diario asturiano, por el señor Yago Pico de Coaña, en el cual alude directamente a mi persona, acusándome de “haber mentido en unos casos y faltado gravemente a la verdad en otros” en una entrevista que diera recientemente el 4 de este mismo mes y año, al diario La Nueva España, con motivo de la reciente publicación de mi libro titulado Historia Verdadera de la Quema de la Embajada Española.
Los señalamientos del señor Pico de Coaña, no pasan de ser simples insultos, ya que no expresa ni señala, cuáles son los casos en que supuestamente mentí, ni cuáles son en los que falté a la verdad. Los insultos solo pueden responderse con insultos, pero ya que eso no es mi costumbre ni educación, procedo a rebatir los otros señalamientos que también me dirige.
Señor Pico de Coaña, menciona usted, que son ya 34 años desde ese trágico suceso, cuando son 40, asumo que ese yerro no se deba a malas matemáticas, sino porque se ha limitado a repetir su discurso en un “copy-paste” de sus últimas declaraciones sobre el caso, vertidas en el Juicio llevado a cabo en Guatemala en el año 2014, para investigar y juzgar sobre lo sucedido en la Embajada española, en el cual se presentó Usted como testigo propuesto por la demandante señora Rigoberta Menchú. De paso, sería interesante que nos contara si ¿también fue ella la que financió sus gastos de viaje y estancia en Guatemala?
En el contenido restante, se esmera en acusar la responsabilidad del entonces gobierno guatemalteco, por haber ordenado el asalto a dicha embajada en violación a lo establecido en la Convención de Viena. Pero esta responsabilidad, también la denuncio yo abiertamente, así que no puede ser éste el caso en que yo mienta, ya que coincidimos en el señalamiento.
Excusa Usted, eso sí, a los “campesinos y estudiantes” que la invadieron, otorgándoles justificaciones de haberlo hecho, en el ejercicio de un justo derecho de protesta, igualmente los debe haber acogido Máximo Cajal prestándoles su Embajada. ¿Olvida usted, acaso, que en Guatemala enfrentábamos un conflicto armado ante una subversión terrorista, situación que duraba ya 20 años en 1980? Y que esos “inocentes campesinos y estudiantes” que menciona, eran miembros activos del grupo rebelde revolucionario que organizó la ocupación de la Embajada, armados de revólveres y cocteles Molotov de kerosene con gasolina altamente incendiarios. ¿Por qué no hay acusaciones en contra de dicho grupo?, si fueron ellos los que ocuparon la embajada y cometieron secuestro de funcionarios diplomáticos españoles y de sus visitantes, tomándolos como rehenes.
 
Tiene ahora la osadía de intentar desacreditar a mi padre, el Dr. Adolfo Molina Orantes, arrogándose la falsa calidad de ser persona de su confianza y que conocía sus opiniones detractoras y descalificantes del régimen del Presidente Lucas García, mejor aún que su misma familia. Recuerde que en la época que Usted sirvió en la Embajada de España en Guatemala lo hizo en un cargo de bajo rango, mientras que mi padre era en esa fecha el Ministro de Relaciones Exteriores: si Usted reconoce su profesionalismo sabrá que no hay tales relaciones ni confianzas entre funcionarios de tan distinto rango.
Igualmente le aclaro, que no fue mi padre quién decidió organizar las VII Jornadas de Derecho Procesal, sino que fue el Colegio de Abogados de Guatemala, con la colaboración de la OEA. Mi padre fue convenientemente invitado a colaborar con su organización, asignándole la tarea de hablar con el Embajador de España para agilizar el financiamiento ofrecido por el gobierno español para tales jornadas.
Mientras que Usted alaba y pondera al ex embajador Máximo Cajal, yo le acuso de ser responsable de haber estado de acuerdo con la facción insurgente, Ejército Guerrillero de los Pobres, en la cual militaban como colaboradores esos mismos sacerdotes españoles que Usted menciona, pero olvida por supuesto recordar al ex-sacerdote Jesuita español Fernando Hoyos, quien renunció a la Compañía de Jesús para tomar las armas uniéndose a dicha facción sediciosa.
No menciona tampoco que en ese Juicio donde Usted participó como testigo de Doña Rigoberta Menchú, cuya Sentencia final condenara al Jefe del Comando Seis (cuerpo de detectives), fue objeto de felicitación oficial del gobierno español hacia la Justicia guatemalteca y que Usted también declaró estar altamente complacido con dicha sentencia, diciendo que por fin se había limpiado el nombre de Máximo Cajal. ¿Acaso no la leyó? Porque en los enunciados de dicha Sentencia se resolvió, que quedaba demostrado con las pruebas recibidas, QUE EL EMBAJADOR ESPAÑOL MÁXIMO CAJAL TUVO PREVIO CONOCIMIENTO DE LA OCUPACIÓN.
Podrá verificar señor Pico de Coaña, que en mi entrevista no le menciono en ningún momento y es porque hablo sobre los hechos del 31 de enero de 1980, en que Usted no se encontraba en Guatemala, pero en la narración de los siguientes 40 años que relato en mi libro, sí que lo hago y en varias ocasiones, le recomiendo que lo lea y se entere: lo que digo y sostengo lo documento.
Mi última aclaración es que no considero desafortunado en lo más mínimo, para mí, que los eventos sucedidos en la Embajada hayan sido filmados, no por varias televisiones, como Usted afirma, sino por un solo telenoticiero llamado Aquí el Mundo, ya que en esa filmación me podrá encontrar al pie de la ventana del cuarto incendiado donde murió mi padre y también en otro momento, subido por el exterior de la ventana, con una manguera en la mano tratando de poner agua dentro del cuarto en llamas. No recuerdo haber visto que Usted apareciera en esa filmación, para que haya dicho que fue testigo presencial.
Escribiendo mi libro me ha sorprendido que la mayoría de las personas que intervinieron en dicho evento, con muy pocas excepciones, ya han fallecido. Algunos de ellos llevando su secreto a la tumba, como fue el caso de Máximo Cajal: por favor, no sea Usted uno más en esa lista.
No deseo tener una nueva comunicación con Usted sobre este tema, esta es ya la tercera vez en que lo hacemos y ninguna ha sido grata. ¿Recuerda la primera? En la salida de la misa por el descanso de mi padre que cumplía 9 días de fallecido, cuando me abordó y recomendó o advirtió, que cesara ya de revolver las cosas, porque había corrido ya suficiente sangre. ¿La segunda? Cuando en su venida a declarar en el Juicio del 2014, me citó a la residencia de la Embajada española a la que acudí y, ante la presencia del entonces Embajador Manuel María Lejarreta Lobo, intentó Usted persuadirme de cambiar mi opinión sobre la responsabilidad de Máximo Cajal sobre lo sucedido en la Embajada.
No seguiré rebatiéndole sus presunciones basadas en falsedades, para ello, me basta lo que he escrito ya en mi libro, en donde el lector podrá juzgar por sí mismo, en base a los hechos, quién es el que miente.
Atentamente,
Adolfo Molina Sierra
 
Noticiero Aquí El Mundo y Tele Prensa
Cobertura de la "Quema Embajada España En Guatemala " (1980)

Quema de la embajada de España sigue en la impunidad

 
 
David Stoll
Rigoberta Menchú y la historia de todos los guatemaltecos pobres
 
http://www.nodulo.org/bib/stoll/rmg.htm

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