Historia verdadera de la quema de la
Embajada española
Adolfo
Molina Sierra
Debate
(Penguin Random House Grupo
Editorial, S. A. de C.V.)
Ciudad de México, noviembre 2019
Edición digital [ eBook], 240 pp.
7.99 €
ISBN: 978-607-31-8667-4
Lo
sucedido en la Embajada de España no puede ser tomado como una coincidencia o
casualidad. Por el contrario, todo se integra como parte de un plan, eso sí,
mal ejecutado, que al salirse de control falló aparatosamente y causó una
tragedia. Aun así se trató de sacar provecho de esta desgracia. Estos intentos
mantuvieron el caso activo, pero no existió la voluntad política para
investigarlo judicialmente hasta el 2014.
¿Qué
sucedió en aquel fatídico día? ¿Ingresó la policía a la sede diplomática sin
permiso? ¿Quiénes fueron los responsables de iniciar el fuego que provocó la
muerte de 37 personas? ¿Cuál fue la responsabilidad del gobierno español y de
su embajador en Guatemala, Máximo Cajal, en lo sucedido? ¿Utilizó el embajador
Cajal a personas de la vida política y académica guatemalteca como señuelo?
A lo
largo de 40 años, desde aquella lejana fecha del jueves 31 de enero de 1980,
Adolfo Sierra Molina ha recopilado cuanta información se ha publicado
relacionada con la ocupación y quema de la Embajada de España. Se convirtió
también en una de las voces que desde el inicio expuso, a través de numerosos
artículos y dando su testimonio una y otra vez, la versión de hechos de los que
él fue testigo y que ha ido completando con las pruebas de personas que
estuvieron presentes.
Su padre,
Adolfo Molina Orantes, un destacado abogado, académico, humanista y
exfuncionario, murió trágicamente junto a otras 36 personas, entre las que se
encontraban Eduardo Cáceres Lehnhoff, funcionarios españoles, personal
guatemalteco, así como los que tomaron la sede diplomática desde las primeras
horas de la mañana. Uno de los invasores fue encontrado con vida por los
bomberos cuando ingresaron al despacho del embajador Máximo Cajal López, quien,
minutos antes, había salido caminando de la habitación en la que se habían
atrincherado.
Adolfo
Molina Sierra revela y analiza lo sucedido poniendo los puntos sobre las ies y
señalando sin tapujos a los responsables en una historia que no es solo suya,
sino también de Guatemala.
Gustavo Adolfo
Molina Sierra. Guatemalteco.
Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, es abogado y notario desde 1984.
Se desempeñó como cónsul general ad
honorem de la República de Filipinas entre 1981 y 2011; fue miembro del
Cuerpo Consular de Guatemala en el mismo periodo y su presidente de 1987 a
1988. Formó parte, ad honorem, de la Comisión de Belice del Ministerio
de Asuntos Exteriores y fue asesor de éste en 2004.
Además de su trabajo como
profesional del derecho ha sido una pluma comprometida al escribir numerosos
artículos en los que siempre ha querido, a lo largo de 40 años, reflejar la
verdad de los acontecimientos que llevaron a la pérdida de su padre.
Adolfo Molina Sierra
Conversación con Iván Vélez
sobre “Historia verdadera de la quema de la Embajada española”
sobre “Historia verdadera de la quema de la Embajada española”
4 enero 2020
Guatemala, insurgencia y Teología de la Liberación
- Adolfo Molina Sierra 1
Adolfo Molina Orantes y su trayectoria - Adolfo
Molina Sierra 2
Quema de la
Embajada de España en Guatemala en 1980 - Adolfo Molina Sierra 3
Máximo Cajal, diplomacia, socialdemocracia,
Alianza de Civilizaciones - Adolfo Molina Sierra 4
Rigoberta Menchú y la construcción de su personaje
- Adolfo Molina Sierra 5
Los acuerdos de paz de Guatemala - Adolfo Molina
Sierra 6
Obama, Trump, Belice, China y la geopolítica
centroamericana - Adolfo Molina Sierra
La Nueva España (Oviedo) publicó el día 14
de enero de 2020, como respuesta a la entrevista de la edición impresa del día
4 de enero, un escrito del embajador Yago Pico de Coaña: “L a verdad siempre prevalece. La
impecable actuación del embajador Máximo Cajal en el asalto hace 34 años a la
Embajada española en Guatemala y la probada implicación del Gobierno
guatemalteco en aquellos hechos”, que mereció la siguiente aclaración de Adolfo Molina
Sierra, impresa por La Nueva España el día 17 de enero de 2020:
Aclaración al señor Yago Pico de Coaña
Me
veo ante la imperante necesidad, de responder a un artículo publicado el día 14
de enero pasado en este mismo diario asturiano, por el señor Yago Pico de
Coaña, en el cual alude directamente a mi persona, acusándome de “haber mentido
en unos casos y faltado gravemente a la verdad en otros” en una entrevista que
diera recientemente el 4 de este mismo mes y año, al diario La Nueva España,
con motivo de la reciente publicación de mi libro titulado Historia Verdadera
de la Quema de la Embajada Española.
Los
señalamientos del señor Pico de Coaña, no pasan de ser simples insultos, ya que
no expresa ni señala, cuáles son los casos en que supuestamente mentí, ni
cuáles son en los que falté a la verdad. Los insultos solo pueden responderse
con insultos, pero ya que eso no es mi costumbre ni educación, procedo a rebatir
los otros señalamientos que también me dirige.
Señor
Pico de Coaña, menciona usted, que son ya 34 años desde ese trágico suceso,
cuando son 40, asumo que ese yerro no se deba a malas matemáticas, sino porque
se ha limitado a repetir su discurso en un “copy-paste” de sus últimas
declaraciones sobre el caso, vertidas en el Juicio llevado a cabo en Guatemala
en el año 2014, para investigar y juzgar sobre lo sucedido en la Embajada
española, en el cual se presentó Usted como testigo propuesto por la demandante
señora Rigoberta Menchú. De paso, sería interesante que nos contara si ¿también
fue ella la que financió sus gastos de viaje y estancia en Guatemala?
En
el contenido restante, se esmera en acusar la responsabilidad del entonces
gobierno guatemalteco, por haber ordenado el asalto a dicha embajada en
violación a lo establecido en la Convención de Viena. Pero esta
responsabilidad, también la denuncio yo abiertamente, así que no puede ser éste
el caso en que yo mienta, ya que coincidimos en el señalamiento.
Excusa
Usted, eso sí, a los “campesinos y estudiantes” que la invadieron, otorgándoles
justificaciones de haberlo hecho, en el ejercicio de un justo derecho de
protesta, igualmente los debe haber acogido Máximo Cajal prestándoles su
Embajada. ¿Olvida usted, acaso, que en Guatemala enfrentábamos un conflicto
armado ante una subversión terrorista, situación que duraba ya 20 años en 1980?
Y que esos “inocentes campesinos y estudiantes” que menciona, eran miembros
activos del grupo rebelde revolucionario que organizó la ocupación de la
Embajada, armados de revólveres y cocteles Molotov de kerosene con gasolina
altamente incendiarios. ¿Por qué no hay acusaciones en contra de dicho grupo?,
si fueron ellos los que ocuparon la embajada y cometieron secuestro de funcionarios
diplomáticos españoles y de sus visitantes, tomándolos como rehenes.
Tiene
ahora la osadía de intentar desacreditar a mi padre, el Dr. Adolfo Molina
Orantes, arrogándose la falsa calidad de ser persona de su confianza y que
conocía sus opiniones detractoras y descalificantes del régimen del Presidente
Lucas García, mejor aún que su misma familia. Recuerde que en la época que
Usted sirvió en la Embajada de España en Guatemala lo hizo en un cargo de bajo
rango, mientras que mi padre era en esa fecha el Ministro de Relaciones
Exteriores: si Usted reconoce su profesionalismo sabrá que no hay tales
relaciones ni confianzas entre funcionarios de tan distinto rango.
Igualmente
le aclaro, que no fue mi padre quién decidió organizar las VII Jornadas de
Derecho Procesal, sino que fue el Colegio de Abogados de Guatemala, con la
colaboración de la OEA. Mi padre fue convenientemente invitado a colaborar con
su organización, asignándole la tarea de hablar con el Embajador de España para
agilizar el financiamiento ofrecido por el gobierno español para tales
jornadas.
Mientras
que Usted alaba y pondera al ex embajador Máximo Cajal, yo le acuso de ser
responsable de haber estado de acuerdo con la facción insurgente, Ejército
Guerrillero de los Pobres, en la cual militaban como colaboradores esos mismos
sacerdotes españoles que Usted menciona, pero olvida por supuesto recordar al
ex-sacerdote Jesuita español Fernando Hoyos, quien renunció a la Compañía de
Jesús para tomar las armas uniéndose a dicha facción sediciosa.
No
menciona tampoco que en ese Juicio donde Usted participó como testigo de Doña
Rigoberta Menchú, cuya Sentencia final condenara al Jefe del Comando Seis
(cuerpo de detectives), fue objeto de felicitación oficial del gobierno español
hacia la Justicia guatemalteca y que Usted también declaró estar altamente
complacido con dicha sentencia, diciendo que por fin se había limpiado el
nombre de Máximo Cajal. ¿Acaso no la leyó? Porque en los enunciados de dicha
Sentencia se resolvió, que quedaba demostrado con las pruebas recibidas, QUE EL
EMBAJADOR ESPAÑOL MÁXIMO CAJAL TUVO PREVIO CONOCIMIENTO DE LA OCUPACIÓN.
Podrá
verificar señor Pico de Coaña, que en mi entrevista no le menciono en ningún
momento y es porque hablo sobre los hechos del 31 de enero de 1980, en que
Usted no se encontraba en Guatemala, pero en la narración de los siguientes 40
años que relato en mi libro, sí que lo hago y en varias ocasiones, le
recomiendo que lo lea y se entere: lo que digo y sostengo lo documento.
Mi
última aclaración es que no considero desafortunado en lo más mínimo, para mí,
que los eventos sucedidos en la Embajada hayan sido filmados, no por varias
televisiones, como Usted afirma, sino por un solo telenoticiero llamado Aquí el
Mundo, ya que en esa filmación me podrá encontrar al pie de la ventana del
cuarto incendiado donde murió mi padre y también en otro momento, subido por el
exterior de la ventana, con una manguera en la mano tratando de poner agua
dentro del cuarto en llamas. No recuerdo haber visto que Usted apareciera en
esa filmación, para que haya dicho que fue testigo presencial.
Escribiendo
mi libro me ha sorprendido que la mayoría de las personas que intervinieron en
dicho evento, con muy pocas excepciones, ya han fallecido. Algunos de ellos
llevando su secreto a la tumba, como fue el caso de Máximo Cajal: por favor, no
sea Usted uno más en esa lista.
No
deseo tener una nueva comunicación con Usted sobre este tema, esta es ya la
tercera vez en que lo hacemos y ninguna ha sido grata. ¿Recuerda la primera? En
la salida de la misa por el descanso de mi padre que cumplía 9 días de
fallecido, cuando me abordó y recomendó o advirtió, que cesara ya de revolver
las cosas, porque había corrido ya suficiente sangre. ¿La segunda? Cuando en su
venida a declarar en el Juicio del 2014, me citó a la residencia de la Embajada
española a la que acudí y, ante la presencia del entonces Embajador Manuel
María Lejarreta Lobo, intentó Usted persuadirme de cambiar mi opinión sobre la
responsabilidad de Máximo Cajal sobre lo sucedido en la Embajada.
No
seguiré rebatiéndole sus presunciones basadas en falsedades, para ello, me
basta lo que he escrito ya en mi libro, en donde el lector podrá juzgar por sí
mismo, en base a los hechos, quién es el que miente.
Atentamente,
Adolfo Molina Sierra
Noticiero Aquí El
Mundo y Tele Prensa
Cobertura de la "Quema Embajada España En Guatemala
" (1980)
Quema de la embajada de España sigue en la impunidad
David Stoll
Rigoberta
Menchú y la historia de todos los guatemaltecos pobres
http://www.nodulo.org/bib/stoll/rmg.htm
http://www.nodulo.org/bib/stoll/rmg.htm
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