Los almendros de Urci
Memorias de una vida revuelta
Francisco Félix Montiel
Edición y prólogo de Jerónimo Molina Cano.
Ediciones Espuela de
Plata (Editorial Renacimiento)
Colección España en
Armas, 34
484 pp.
Valencina de la
Concepción (Sevilla), 2017
504 pp.
23,90 €
ISBN 9788417146078
Los almendros de Urci son las
memorias atípicas de un anticomunista fuera de lo común, pues Francisco Félix
Montiel, el último diputado superviviente de las Cortes republicanas, ni canta
en ellas, complacientemente, la palinodia, ni ajusta cuentas con sus enemigos.
Escritos sin odio y con la serenidad que da la vejez, estos pasajes de una vida
truncada por el totalitarismo marxista-leninista, por la guerra, por el exilio
y por la persecución a muerte de los antiguos camaradas, constituyen el retrato
fiel de una manera de entender España, su tragedia y su esperanza. Si la
manoseada expresión «raíz ética» conservara todavía su sentido para explicar la
actitud desinteresada y antiutilitaria de un escritor, su arraigo o instalación
en un mundo cuya verdad se anhela, bien que se podría aplicar a este libro para
explicar su virtud. Montiel no quiere engañar a nadie si revela su tribulación,
si opina, incluso si olvida. Movido por un entusiasmo religioso, él mismo se ha
querido contar entre los miles de españoles equivocados o engañados, pero no
culpa a nadie de sus desatinos. Ahora bien, «se puede ser digno dentro del
error y responder a motivos poco nobles dentro del acierto» y este libro enseña
que en la derrota también se honran los hombres.
Francisco Félix Montiel Giménez (1908-2005) nace en Águilas y muere
en Lima. Casi un siglo es mucho tiempo y se pueden vivir todas estas vidas: fueísta y profesor universitario en
Murcia; diputado socialista de la Segunda República y comunista encubierto;
marxista-leninista epidérmico y propagandista de la religión secular soviética
en el Madrid rojo; turista político en la Rusia de Stalin y resistente frente
al golpe de Casado; exiliado en Francia, Inglaterra y Cuba y pobre de
solemnidad, chantajeado por el Partido Comunista de España; excomunista y,
sobre todo, anticomunista, con un coste personal y familiar extraordinario.
Profesor en Lima veinte años felices al lado de Madeleine y sus hijas Anita y
Claudina, retorna a España con la democracia inorgánica del 78 para escribir a
favor de la democracia orgánica y el «solidarismo». Con él desaparecen para
siempre y al mismo tiempo los dos arquetipos político-intelectuales más
desarraigados que ha dado una España ya desrealizada, la del siglo XX: el del
diputado de las Cortes del Exilio y el del krausista de derechas.
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