1 de noviembre de 2019

España, una historia global


España, una historia global
Luis Francisco Martínez Montes
Editorial: Ministerio de Asuntos Exteriores
Biblioteca diplomática española; Sección Estudios, 35
Madrid (España), 2019
305 págs.
24 €
ISBN  978-84-95265-85-2

Entre finales del siglo XV y principios del XIX, la Monarquía Hispánica fue una de las mayores y más complejas construcciones políticas jamás conocidas en la historia. Desde la meseta castellana hasta las cimas andinas; desde ciudades cosmopolitas como Sevilla, Nápoles, México o Manila hasta los pueblos y misiones del sudoeste norteamericano o la remota base de Nutka, en la canadiense isla de Vancouver; desde Bruselas a Buenos Aires y desde Milán a Los Ángeles, España ha dejado su impronta a través de continentes y océanos, contribuyendo, en no menor medida, a la emergencia de la globalización. Una aportación que ha sido tanto material el peso de plata hispanoamericano transportado a través del Atlántico y del Pacífico fue la primera moneda global, lo que facilitó la creación de un sistema económico mundial-, como intelectual y artística. Los más extraordinarios intercambios culturales tuvieron lugar en casi todos los rincones del Mundo Hispánico, no importa a qué distancia estuvieran de la metrópolis. Durante aquellos largos siglos, en algún momento dado, un descendiente de la nobleza azteca traducía una obra de teatro barroca al nahual para el deleite de una audiencia indígena y mestiza en un mercado de la ciudad de México; gracias al contacto entre China y las islas Filipinas bajo dominio español, un sacerdote dominico andaluz terminaba, en la ciudad de Fuzhou, la primera gramática de la lengua china escrita por un occidental; un monje franciscano componía una pieza de música polifónica con letra en quechua para ser interpretada en una iglesia peruana decorada con artesonados mudéjares o un equipo multiétnico de naturalistas amerindios y españoles describía en latín, español y en las lenguas vernáculas americanas miles de plantas medicinales, minerales y animales previamente desconocidos en Europa. Y lo más probable es que la mayoría de los intercambios mencionados, y otros muchos posteriores, tuvieran lugar mientras los miembros de la Escuela de Salamanca establecían los cimientos del derecho internacional o contribuían a formular las primeras teorías a caballo entre la escolástica y la modernidad sobre el precio, el valor y el dinero; Cervantes escribía Don Quijote; Velázquez pintaba Las Meninas o Goya exponía las luces y sombras de la Ilustración europea.Cuando contemplamos las galerías dedicadas a Velázquez, El Greco, Zurbarán, Murillo o Goya en el museo del Prado en Madrid; cuando leemos a Cervantes, a Jorge Luis Borges o a Mario Vargas Llosa, o visitamos el Palacio Nacional de México, una misión californiana o el barrio de Intramuros en Manila, o cada vez que oímos hablar español con una miríada de acentos en las calles de San Francisco, Nueva Orleans o Manhattan, estamos experimentando algunos de los frutos pasados y presentes de una comunidad cultural siempre vibrante y todavía en plena expansión. Como el lector puede inferir a estas alturas, este libro trata de cómo España, y el más amplio Mundo Hispánico, ha contribuido a la historia universal y, en concreto, a la historia de la civilización, no sólo durante el apogeo del Imperio español, sino a través de un período mucho más amplio.

 
Una perspectiva global y plural del mundo hispánico
La historia de cualquier nación puede incluir pasajes poco loables que, aunque no tienen una sólida justificación, no han de servir como única lectura de toda una civilización. Hacer esto último sería caer en los tópicos, poco amigos de la realidad al aproximarse a esta a través de los prejuicios.
El ensayo España, una historia global del diplomático y escritor Luis Francisco Martínez Montes hace, precisamente, un recorrido por la historia del mundo hispánico refutando los argumentos críticos y negativos del historiador británico Kenneth Clark sobre España desde una perspectiva hispánica o como el autor indica “desde un juego intelectualmente más elevado”. Clark evidenció que no era un hispanófilo nato cuando decidió mantener a España fuera del conjunto de naciones consideradas occidentales. Tampoco lo fue Hungtington, quien en su ensayo ¿Quiénes somos? Los desafíos a la identidad nacional estadounidense tacha a los hispanoamericanos de constituir una amenaza para la existencia anglo-parlante y los sitúa fuera de la tradición occidental. Niall Fergurson en su reciente obra Occidente y el Resto se suma a los  autores nord-atlánticos que no consideran ni a España ni al mundo hispánico como parte del eje de la historia moderna occidental incluyendo, únicamente, a Estados Unidos, Londres, París y Berlín.
Frente a estos argumentos de la literatura científica, Martínez Montes alza la voz a favor de las narraciones sobre la experiencia histórica de los pueblos hispanos que respondan a la razón histórica propia y no a visiones externas susceptibles de ser “interesadas”. De esta manera, el autor argumenta que el mundo hispánico es una realidad diversa y plural incluyente que gira alrededor de un único centro. Para remarcar este rasgo de pluralidad, hace alusión a las naciones europeas como Francia, Gran Bretaña o los Países Bajos que durante la expansión de sus imperios ultramarinos desarrollaron áreas culturales considerando a las colonias como algo ajeno a su esencia metropolitana. “El papel de España en la historia de la civilización ha sido en cierto modo el de un punto de encuentro y el de una plataforma de lanzamiento de pueblos y culturas , pero no solo de una forma pasiva, sino excesivamente creativa… esa capacidad para absorber, no solo intelectualmente, sino vital y creativamente, nuevos elementos en su propio ser”.
España, una historia global es un valioso ejercicio de análisis que viaja por la historia del país desde los siglos III a.C. y V d.C., cuando la mayoría de los pueblos hispánicos pertenecían al Imperio Romano; pasando por la invasión de los visigodos de la provincia romana de Hispania durante los s. V- s. VIII. Ahora bien, el libro presta especial atención a periodos posteriores como los siete siglos de la conquista islámica, de la Hispania de la Tres Culturas y de la reconquista; pero concede aún una mayor importancia a la Era de los Descubrimientos y a la edad de oro española de la Edad Moderna, por representar el apogeo de la expansión hispánica, “un movimiento centrífugo que se dejó sentir en partes del mundo que nunca habían tenido contacto entre sí”.
 Sin embargo, el autor no se limita a hacer un mero ejercicio de análisis, sino también de reflexión. Concluye así que se ha de impulsar el “renacer” del mundo hispánico, algo que considera un reto para las nuevas generaciones de hispanos cualquiera que sea su nacionalidad. Un renacer que el autor concibe no como una estrategia ambiciosa para recuperar pasadas hegemonías, sino más bien para no caer en ellas. En esta línea, Martínez Montes hace hincapié en “recuperar, estudiar, y revivir nuestra historia en toda su plenitud y en todas sus dimensiones (…) para aprender del mismo a situar ese conocimiento en el cauce siempre creciente y cambiante de nuestra experiencia humana común de forma que otros puedan beneficiarse de él”.
En definitiva, este libro aquí reseñado, cuando menos, consigue su objetivo de aportar una perspectiva global y plural sobre el mundo hispánico en aras de conservar rigurosamente los orígenes y desarrollo de la historia española. Se trata de una reflexión que puede resultar bastante apropiada en unos tiempos en los que el ascenso histórico de nuestra civilización iniciado hace cinco siglos se debilita en favor de nuevas fuerzas mundiales provenientes de Oriente como el Islam, o potencias emergentes como el gigante asiático chino. Ni que decir tiene, que España, una historia global es de gran utilidad para poner a prueba y reforzar nuestro conocimiento sobre la historia de la hispanidad.
ÁNGELA BETHENCOURT LINARES
Estudios de Política Exterior, 1 marzo 2019


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