El escándalo Maestre
Política y Universidad
Fernando Muñoz
Prólogo de
Francisco Sosa Wagner
Epílogo de
Carlos Díaz
Editorial
Confluencias
Málaga,
2019
220 pp.
18 euros
978-84-949311-9-2
Este libro describe el
acoso político y administrativo sufrido por el filósofo Agapito Maestre a raíz
de la expropiación de su cátedra de la Universidad de Almería.
Es una
descripción objetiva, casi aristotélica, del proceso absolutamente kafkiano al
que se ha sometido la carrera académica de este profesor desde 2002 hasta hoy.
Por sus páginas pasan el poder judicial, político y sindical, y se dan cita el
Tribunal Constitucional y la institución del Defensor del Pueblo. Gracias al
escándalo Maestre se ponen de manifiesto los límites y las miserias de la
arquitectura política e institucional de la España de nuestros días
Este próximo
lunes, día 28 de octubre [28/10/2019] y si no hay contratiempos, exhalará su aroma de tinta
nueva en las librerías españolas y los envíos de distribuidoras varias El
escándalo Maestre. Política y Universidad, libro escrito por el profesor Fernando
Muñoz Martínez (I) y publicado por la Editorial Confluencias. Hay libros y
libros. Este hay que leerlo de cabo a rabo y con "tós" sus avíos, que
son cuatro: el prólogo de Francisco Sosa Wagner, el texto principal de Fernando
Muñoz precedido por una más que sugerente Introducción, el epílogo de Carlos
Díaz y el apéndice documental.
Este es un
libro que, además de narrar la barbaridad institucional que ha asolado la vida
del catedrático manchego e hijo de trabajadores, Agapito Maestre, proporciona un
encuentro entrañable con un grupo de maldecidos —que no malditos consumados ni,
mucho menos, malvados—, por las perversiones de una democracia, la española,
que ha desterrado interiormente a no pocos intelectuales, profesores,
escritores, periodistas y demás especímenes incómodos a diferentes gulags de
silencio y marginación.
Este libro,
por si fuera poco, indigna. Es un deber moral, además de ser una obra de
misericordia en favor de las víctimas, promover la indignación contra sus
verdugos como es una sana gimnasia espiritual rebelarse y atreverse a combatir
la tiranía, la injusticia y la arbitrariedad.
En nuestro
caso, el libro subleva especialmente contra la situación de la Justicia y de la
Universidad, pilares de un Estado democrático y, en realidad, los únicos
obligados a oponerse, ley y crítica en mano, al poder de los gobiernos. De
todos estos polvos, estamos ahora encenagados en lodos nacionales mucho más
tóxicos.
Cuando el ya
entonces catedrático de Filosofía desde 1996, Agapito Maestre, vivía en
Almería, en el hábitat aún fresco de la tela de araña tejida por el régimen
socialista andaluz desde 1982, no sabía que uno de sus destinos, quién sabe si
el principal, que eso se sabe más tarde, iba a ser, no el resultar prendido de
su red como muchos otros, no. Uno de sus destinos, que nunca están escritos
gracias a la libertad, iba a ser el padecer la picadura misma de una de las arañas
judiciales-universitarias del régimen que enredaba en el Sur, sin que, a su
veneno, ojo, fuera ajeno el PP de Almería y algunos de sus gerifaltes. "Si
fue araña, fue de España", proclamaba la Zahara cervantina en Los baños
de Argel.
Pero la red andaluza tenía y tiene sus
extensiones en España toda y tampoco en Madrid estuvo protegido de la picadura.
La trama tentacular que ha arruinado el país también envolvió la actividad del
filósofo en Madrid, empujado por la Agencia Nacional de Evaluación de la
Calidad y Acreditación (ANECA) a la Universidad Complutense sin que un Estado
impotente encontrara el modo de proteger al ciudadano.
En este caso, ciertamente, no todo el PSOE
estuvo de acuerdo en la picada —las figuras de Enrique Múgica, Francisco
Fernández Marugán y otros lo atestiguan, incluso UGT—, como tampoco todo el PP
ni muchos miembros de otros partidos, se alzaron ante la fechoría. La mudez de
casi todos los rectores universitarios fue atronadora, por decir la mayor.
Pero sí es ajustado a verdad decir que el
intento de personicidio de Agapito Maestre fue consecuencia del nefasto
sistema político-judicial-universitario consagrado en esta nación de existencia
cada vez más amenazada. Llamemos personicidio al acto de acabar con la vida esencial
de una persona, de un ser humano máximamente libre y digno, como bien ha
enseñado el personalismo en gran parte por acción comprometida de uno de sus
divulgadores en España y epiloguista de este libro, Carlos Díaz.
¿Qué fue lo que le pasó a Agapito Maestre
para suscitar la reacción defensora de pensadores como Jürgen Habermas, Edgar
Morin, Gustavo Bueno, Gabriel Zaid, César Cansino, Edurne Uriarte o Fernando
Savater entre muchos otros escritores y periodistas, como el añorado César Alonso de los Ríos,
Federico Jiménez Losantos, Carlos Herrera o el mismo Mingote, sin agotar aquí
la lista? ¿Cuál fue la flagelación que sufrió hace más de veinte años,
tormento que ha merecido esta detallada, minuciosa y meritoria excavación
histórica?
En resumen, una sentencia del Tribunal
Superior de Justicia de Andalucía despojó de su cátedra en la Universidad
de Almería al catedrático de Filosofía, Agapito Maestre, cátedra obtenida y
ejercida durante seis años. ¿Motivo? Un defecto de forma, responsabilidad de la
misma Universidad, que no del propio Maestre.
Esto es lo que desarrolla en este libro
quién es su buen amigo, pero igualmente amigo de la verdad, Fernando Muñoz
Martínez, al que conoció en los tiempos de la revista La Brecha (1995).
De no ser por la institución democrática del Defensor del Pueblo, que ha
demostrado el valor que podría llegar a tener si se la considerara más y
obligadamente, el personicidio de Agapito Maestre se habría consumado.
Dice el autor de este libro: "El caso
Maestre narra la expulsión sin paliativos de este profesor que alcanzara una
cátedra de filosofía en la, por entonces muy reciente, Universidad de
Almería. La forma de su defenestración permite ver la agusanada vida
institucional del país. Y de ahí su virtualidad y su interés para estas
páginas." Así es.
Para que nos hagamos una idea de la duración
de la infamia, el año pasado una resolución del gobierno de Pedro Sánchez negó todavía la condición
de catedrático a Agapito Maestre. Aunque este mismo 2019 el profesor Maestre ha
recibido su habilitación como Catedrático de parte de la ANECA, el tema
sigue sin estar resuelto. Aunque se resolviera ahora con un retraso
irreparable –Agapito tiene ya 65 años—, nada puede ya hacer olvidar su
expulsión de la Universidad de Almería y la pretensión de personicidio que la
acompañó y continuó hasta hoy.
Aunque el libro hay que leerlo y a ello
animo, no me resisto a anticiparles un episodio lacerante que muestra la
espesura de la tela de araña andaluza. Agapito Maestre escribió en 2002 un
artículo en el que defendió la idea de una España nacional compartida con
Manuel Jiménez de Parga, presidente del Tribunal Constitucional en el año 2002,
frente a su derivada socialista ya entonces hiperautonómica y camino de la
"nación de naciones", con consecuencias universitarias, esgrimida por
Elisa Pérez Vera, vocal del mismo Tribunal a instancias del PSOE (II).
En el primer libro sobre la tela de araña andaluza,
usaba yo la expresión "tráfico de coincidencias" para referirme a las
muchas que salpicaban de familiares, amigos y afiliados al PSOE las
instituciones, los entes, las empresas y las Fundaciones de la Junta de
Andalucía. Pues tómese como otra coincidencia el que Elisa Pérez Vera, dos
meses después de aquel artículo, desestimara el recurso de amparo (III) de
Agapito Maestre ante el Tribunal Constitucional que acabó desahuciándolo de su
cátedra hasta hoy mientras la magistrada subía escalones hacia las altas
instancias del Estado (IV).
No avanzaré más contenidos de este libro de
necesaria lectura salvo una referencia al lamentablemente desaparecido Gustavo
Bueno y su caracterización del caso Agapito Maestre. Cuando se comparó su
calvario con otros sufridos por José Luis López Aranguren, Enrique Tierno o
Agustín García Calvo, el filósofo asturiano replicó:
No, de eso nada. Lo de Agapito es mucho más
grave. Ellos habían participado en actos que estaban prohibidos por el régimen.
Es decir, ir al frente de una manifestación en vez de impartir clase era ir en
contra de la norma de aquella época, independientemente de que aquella norma
fuera justa o injusta ¿me entiende? Aquí no, aquí no ha habido nada de esto.
Agapito ha ido a clase, ha cumplido con sus obligaciones, se ha comportado con
absoluta rectitud. Su único pecado ha sido ser un hombre libre, un intelectual
libre de los pocos que quedan en este país
Terminaré considerando brevemente los avíos
restantes de este libro que le hacen ser un alimento espiritual de primera
calidad: el prólogo del profesor Sosa Wagner, la Introducción del autor, el
profesor Muñoz Martínez, el epílogo de Carlos Díaz y el apéndice documental.
Del prólogo de Francisco Sosa Wagner,
además de su crítica a la esterilidad universitaria vigente y su apuesta por
una Universidad "irrentable" y sospechosa para el poderoso, quiero
destacar su mención de la calumnia en el caso de Agapito. Relaciona su caso con
la descripción que de la calumnia aparece en el libreto de El Barbero de Sevilla, de Cesare
Sterbini Romano, sobre la música bien española de
Rossini.
Si en la ópera dice el personaje Basilio
que la calumnia era un "vientecillo" (V), Sosa Wagner asegura que la
sufrida por Maestre es "un auténtico huracán, desconsiderado, descarado y
para colmo cínico porque muchos de quienes le han perseguido han estado o están
en la política enarbolando la bandera del progreso y de las libertades."
Remata la faena con lo que decía el labrador
lamentándose: "Lo peor no es que orinen sobre mí, lo peor es tener que
decir que llueve". Y apostilla:" Y, así, con Agapito". Pero no,
no, porque éste nunca consintió en fingir que llovía.
De la Introducción de Fernando Muñoz querría
resaltar que el caso de la expulsión universitaria de Maestre y su purgatorio
es considerado como una señal clara de que vivimos en un país en ruinas.
Escribe: "Me refiero fundamentalmente a la ruina nacional de un Estado
que, como toda máquina o artificio, se nutre de una vida real, de una vida
constituida antes y al margen del propio Estado: es la vida de la patria."
Esta ruina de España es la ruina de sus
fundamentos, la lengua
común, la herencia transmitida, un horizonte compartido por encima de las diferencias
parciales. Y es su ruina institucional, añado yo, con la Justicia y la
educación al frente. "Esa desnacionalización tiene la forma de una
discontinuidad buscada y en buena medida lograda por las fuerzas políticas y
culturales que han gobernado nuestra democracia", culmina. Y así, con
Agapito.
El epílogo del filósofo Carlos Díaz, otro de
nuestros heterodoxos desafortunados (antes figurar como heterodoxo concedía
valor e incluso posición), es tenso e intenso. Para mí, además, es
personalmente evocador porque, aunque nunca nos conocimos, participé en la
aventura de la editorial ZYX, luego ZERO, en la que siempre tuvo un papel
destacado y en la que publicó algunos de sus libros.
Carlos Díaz, me parece, traza su relación de
semejanza con el caso de Agapito Maestre: "Sencillamente la
historia no vino a visitarme, dejándome en el puro limbo, esfera de irrealidad
que ni existe ya en la teología católica. Ni el consuelo me queda de vivir una
ausencia despectiva, antes al contrario: se trata de una inexistencia conyugal,
como si los demás se hubiesen puesto mi pijama y no tuviese almohada donde
reclinar la cabeza, ni camastro alguno donde seguir soñando las utopías que
ayer compartimos e incluso lideramos en cierto modo".
Quiero destacar que, en favor de Maestre,
Díaz denuncia: "Cada día salen a la luz más y más indecentes indignidades,
ha reventado el odre de la Universidad. Los máster se regalan o se
compravenden, las Universidades patitos premian a sus clientes, y los títulos
valen una mierda pinchá en un palo. Compraventa de lo sagrado, simonía. Ni
Aristóteles aprobaría una adjuntía en este sistema nepótico. Las cátedras
se heredan, los cargos se subastan, que llueva que llueva, la virgen de la
cueva".
En realidad, todo su epílogo debe ser leído.
Es una invitación a constituirnos como personas libres antes que como cosas
manipuladas y manejables. La libertad, en realidad, es el espíritu que inunda
todo este libro.
Nos queda por recomendar el apéndice, un
apéndice documental que pretende reflejar en cierta medida la repercusión
pública del caso Maestre. Animo especialmente a examinar y disfrutar las
viñetas del maestro Mingote y a recuperar el Manifiesto de los 400. Si alguien
compra este libro, comprenderá por qué la libertad es difícil, pero entenderá
también por qué es amable. Y así, Agapito.
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(I) Fernando Muñoz Martínez nació en 1967 en
Madrid. Doctor en Filosofía y en Sociología, en ambos casos por la Complutense
de Madrid. Profesor de filosofía en la educación secundaria desde el 93 y desde
hace 16 años profesor del Departamento de Metodología y Teoría de la Facultad
de CC.Políticas de la Complutense. Escribe una columna semanal en El
Imparcial desde hace algo más de un par de años y en la revista
"Pensamiento". Hace casi treinta años participó, con Agapito Maestre
como director, en la revista "La Brecha", momento en que se gestó la
amistad.
(II) El padre de Elisa Pérez Vera fue
Antonio Pérez Funes, abogado y secretario del ayuntamiento de Santa Fe
(Granada). Según la Fundación Pablo Iglesias, fue miembro de la UGT y afiliado
a la Agrupación Socialista de dicha localidad. Perteneció a los Comités
Directivos de la UGT y del PSOE en la provincia de Granada. Dentro del Partido
estuvo alineado políticamente con Indalecio Prieto. Nada de extraño tiene pues
que esta catedrática, ella sí, de Derecho, haya desempeñado numerosos cargos
impulsada por su cercanía familiar e ideológica al PSOE. Dice la Fundación que fue
asesinado en 1936 como consecuencia de la represión franquista pero, en
realidad, puede verse hasta en Wikipedia que murió en 1969 de muerte
natural si bien el franquismo lo inhabilitó para el ejercicio de la abogacía.
Que un error así pueda difundirse es trágico, pero nadie parece haber reparado
en ello. Ni la propia Elisa Pérez Vera.
(III) Los detalles de este recurso y la
identidad de todos sus protagonistas están muy bien recogidos en el libro. El
caso del finalmente rector de la Universidad de Almería, Pedro Molina, que fue
quien originó que se retirara la cátedra a Agapito Maestre, es especialmente
sangrante porque una de sus últimas hazañas fue tratar de impedir que los
periodistas preguntaran a Susana Díaz. Sin comentarios. Además, fue señalado en
el Times como protagonista de corrupción en la Universidad de Almería y
llegó a otorgar un "honoris causa"
a un imputado por la juez Alaya.
(IV) Otras notables coincidencias fueron que
lograra ser la encargada de redactar borradores de sentencias favorables si
bien fallidas sobre el Estatuto de Cataluña y sobre la legalización de Bildu.
(V) "Escuchadme y callad./La
calumnia es un vientecillo,/es un aura muy gentil,/que insensible, sutil,/con
ligereza, suavemente,/empieza,/empieza a murmurar."(Acto Primero,
Escena segunda)
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